martes, 11 de marzo de 2014

EPDLA 2: El Gimnasio de Toribio

El Pueblo de los Animalitos
Cuentos para niños

Cuento 2:  El Gimnasio de Toribio

Sentadas en una banca en la plaza la Señora Gordolina y la Señora Hipocondria miraban a los pequeños jugar. Eran amigas desde pequeñas y les encantaba sentarse a conversar y comerse un helado de barquillo o un chocolate.

Esta vez Hipocondria estaba un poco pensativa. Miró en el cielo una nube con forma de pastel, suspiró y le dijo a su amiga - "¿Sabes, Gordolina? Últimamente he tenido algunos problemas por mi peso. Estoy un poquito gorda y hace unos días me senté en una silla y se rompió. Además me canso mucho al caminar y me duelen las rodillas".

"¡Oh, sí! Te entiendo muy bien". - Repuso Gordolina - "El otro día yo me quedé atascada en un puerta. ¡Imagínate! No cabía, no podía pasar. Me tuvieron que empujar ¡Qué atroz!"

"Tenemos que hacer algo al respecto". - Agregó Hipocondria - "No podemos seguir así. ¿Qué te parece si vamos al gimnasio?".

Ambas miraron a un lado de la plaza. Cruzando la calle se veía el letrero gigante del gimnasio de Toribio que decía "Toribio's Power Training Gym" y partieron de inmediato a inscribirse. Entraron y vieron las bicicletas estáticas, las trotadoras, las máquinas con peso para ejercitar los músculos, el salón donde hacían aerobox, step, body combat y Zumba. También estaba el salón donde practicaban artes marciales y cerca de la barra de flexiones estaba el Señor Toribio, un toro musculoso y simpático que en cuanto las vio se acercó a darles una cordial bienvenida.

"Muy buenos días, señoras. Bienvenidas al gimnasio. ¿En qué podemos ayudarles?"

"Muy buenos días, Don Toribio. Gordolina y yo estamos un poco pasaditas en el peso y necesitamos hacer ejercicio para adelgazar".

"Ah, pues han venido al lugar correcto. A partir de mañana entrarán al Programa de Ejercicio y Cuerpo Sano para bajar de peso. Van a necesitar zapatillas, ropa deportiva, una botellita con agua y muchas ganas para hacer ejercicio y pasarlo bien".

Al día siguiente ambas llegaron al gimnasio con todo el equipo y comenzaron la preparación física. El Señor Toribio era un entrenador exigente, pero muy amistoso, así que Hipocondria y Gordolina lo pasaron muy bien. Sintieron que hicieron ejercicio de verdad y con diversión. Les gustó. Así que decidieron seguir yendo hasta lograr bajar de peso.

Luego de ese día comenzaron a ir casi todos los días de lunes a viernes, al menos por una hora.  En el gimnasio trotaban en las máquinas trotadoras, hacían ciclismo en las bicicletas estáticas, hacían algunos ejercicios con pesas. Y cuando alcanzaron una mejor condición física se inscribieron también a las clases de Aerobox y Zumba.

El Señor Toribio les enseñó qué tipo de alimentos debían comer para no engordar y mantener su cuerpo sano, por lo que cada vez que salían del gimnasio pasaban a la verdulería del Señor Montero, el caballo, y compraban muchas verduras y frutas para comer en sus casas. No dejaron de comer los pasteles y cupcakes de Don Drilo, pero sólo comían estas cosas los fines de semana y comían sólo una porción, ya no se comían el pastel completo.

Al cabo de unas semanas Hipocondria y Gordolina habían bajado muchos kilos de peso y tenían figuras esbeltas, pero mejor que eso es que se sentían súper bien. Se sentían con energía, contentas, subían y bajaban escaleras sin ningún problema, y en la plaza ya no se quedaban sentadas mirando a los niños, sino que muchas veces se ponían a jugar con ellos.

Así aprendieron que una vida sana, con ejercicio y buena alimentación les ayuda no sólo a tener un peso adecuado, sino que también les permite hacer más cosas y pasarlo mejor.




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