viernes, 8 de febrero de 2013

Hojas secas y crujientes

De repente la conversación que comenzó por trabajo pasó a tratar las distintas expresiones del estrés y la ansiedad. Y al mencionar que la ansiedad me provocaba ganas de comer galletas, de masticar galletas crujientes, terminamos en una muy breve, pero súper grata conversación sobre el tremendo placer de... pisar hojas secas.


 
Recordando los placeres simples.
 
 


Ves una hoja muy seca en el suelo frente a ti. Una de esas hojas como la de la bandera de Canadá. Grande y crujiente...
¿Qué harás?
 
Por supuesto. Qué pregunta más tonta ¿No? ja ja ja.
 

 

Ahora... vas caminando por el parque y pareces ser la única persona en todo el lugar. Y ves un montón de esas hojas secas.
 
No hablo de un montoncito. Hablo de un montonazo de hojas. Es un cerro de hojas cafés, secas, crujientes. Un cerro que fácil te llega al ombligo.
¿Qué harás?

Aquí es cuando uno quisiera ser un niño no sólo de espíritu, sino también de apariencia.


(Tomé esta foto en el Jardín Botánico de la Universidad Austral)
Adivinen lo que hice luego de tomarla.

sábado, 2 de febrero de 2013

¿Qué pasó con esos cuentos?

En mi incansable búsqueda de entretención para mi hijo de 3 años y medio, buscando libros de cuentos, he pasado por librerías, puestos en la calle e incluso esos stands de pasillo en los supermercados. Y algo me falta, me está costando mucho encontrar cuentos clásicos en buena calidad narrativa. Me explico:
  • Hay muchos "cuentos" basados en películas de dibujos animados actuales.
  • Encontré cuentos clásicos en adaptaciones pésimas. Por ejemplo, vi un cuento de 10 páginas de "Aladino y la lámpara maravillosa" con personajes chinos. ¡Chinos! Un chinito encontraba la lámpara y salía un genio oriental. No puedo creerlo. No tengo absolutamente nada en contra de los chinos, pero ese cuento es árabe.
  • Algunos de los libros buenos que vi, bien escritos y con las ilustraciones justas, estaban escritos en español de España. Comprenderán que es difícil contarle a un niño de 3 años un cuento con palabras que en Chile no se usan.
  • Había compilaciones temáticas de varios cuentos cortos, pero que los habían acortado a tal punto que casi habían dejado de ser los cuentos originales.
Por supuesto que encontré libros buenos en mi búsqueda, pero tenían precios que me daban dolor de estómago.

En fin... me pregunto ¿Qué pasó con esos cuentos clásicos tan buenos que había cuando yo era un niño?

Había libros en todos los tamaños con adaptaciones de novelas excelentes. Cuentos para niños de las novelas de Emilio Salgari, de Julio Verne. Cuentos típicos como Blanca Nieves, Hansel y Gretel, Caperucita Roja.

Mi favorito, lejos, era el libro "Para saber y contar: Cuentos de las mil y una noches", escrito (adaptado) por Hugo Montes, con ilustraciones de Vittorio di Girolamo. Aquí había unos 4 o 6 cuentos de las mil y una noches con un estilo narrativo excelente y muy fácil de digerir. El hecho de saber que tengo ascendencia árabe hacía que más me gustara. ¿Dónde habrá quedado mi libro?

Seguiré buscando. En una de esas incluso podría encontrar mi libro favorito en el barrio San Diego.

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