miércoles, 21 de octubre de 2015

El Principito y El Zorro - Domesticar

El Principito NO es uno de mis libros favoritos, y no sé si lo tendría en mi biblioteca más que como uno de esos que se debe tener, pero que nunca se lee.

Sin embargo hay un capítulo de ese libro que se viene a mi mente con cierta frecuencia. Es el capítulo que se refiere a "domesticar". Trata tan bien y en tan pocas palabras una situación común tan intensa que quisiera comentarla.

Hábito, costumbre, cariño, apego.... Lazos que formamos con objetos, con lugares, con rutinas, con plantas, con animales....... y con personas.

Si bien el verbo "domesticar" tiene un significado claro y reducido para este caso, a esta altura ya entendemos que nos referimos a conceptos más amplios y difíciles de definir en una o dos palabras.

Soy domesticado, domestico, o ambas simultáneamente. En la mayoría de los casos es inconsciente. Paso a diario por el mismo lugar, saludo siempre a la misma persona, le entrego su osito a mi hijo para que duerma abrazado a él, el beso de las buenas noches, los mails esperados cada día, la manera particular de saludar a mis compañeros de trabajo, un café.

En todos estos casos nosotros vamos dejando emociones adheridas a las personas, a las cosas, e incluso a las rutinas. Emociones que terminan uniéndolas de algún modo a nosotros.

En el capítulo del libro las cosas terminan, a mi parecer, de una manera muy triste, pues ambos deben separarse. El Principito debe continuar su camino, y el Zorro ya domesticado debe permanecer en su desierto. Es casi el peor escenario que se puede presentar en estas relaciones. Aquí me pregunto una y otra vez qué será mayor ¿La alegría de reconocer los pasos del Principito entre todos los demás pasos del mundo, o la tristeza de ya no tenerlo?

Personalmente prefiero "haber tenido y perdido", que "no haber tenido nunca". Y esto además pensando que no necesariamente se van a terminar estas relaciones formadas. La dicha de ver a mi hijo abrazando a su osito, el apretón de manos de cada mañana, mi playlist favorita, los mails con palabras de apoyo cariño y consejo, las sonrisas que hacen que tu día valga la pena, las personas que cuentan conmigo, las personas que me necesitan, las personas con las que cuento, las personas que necesito.


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jueves, 10 de septiembre de 2015

Resistencia a los antibióticos



"...Es que me tomé un antibiótico hoy en la mañana. De los que me recetó el doctor la otra vez para no sé qué cosa. Seguro me sentiré mejor en un rato."

Díganme si no es para pegarle. Tomar antibióticos como si fueran aspirinas.
Bueno. ¡Qué culpa tiene si no sabe!

Para que no caigan en pecado, les voy a contar algunas cosas que he averiguado acerca de los antibióticos y la resistencia de las bacterias.


Imaginen la resistencia de las bacterias como si fuera una máscara anti-gas y el antibiótico como un gas venenoso bien denso. Cada máscara, en esta historia, sirve para un solo gas venenoso.

Para que sepan, les cuento que las bacterias son tantas, que si les tiramos gas venenoso, siempre habrá algunas pocas que desarrollen máscaras para filtrar nuestro gas.

Recordemos además que si nuestro doctor recurre a los antibióticos es porque nuestro ejército inmunológico está teniendo problemas para acabar con las bacterias invasoras. Es decir, no han dado con la estrategia para matarlas en combate cuerpo a cuerpo.  Atravesar una armadura de bacteria, requiere de armas especializadas con las que no siempre contamos.


Ante esto, nos queda la acción desesperada de usar antibióticos. Es decir, lanzarles gas de manera continua por varios días, de modo que se mueran las que no tienen máscara o que se les tapen los filtros de las máscaras a las bacterias que sí tienen.

Para entender didácticamente: las bacterias pueden limpiar los filtros, pero esto requiere que se saquen la máscara un rato, por lo que se entiende que no debe haber gas en el ambiente en ese momento, de otro modo se mueren.

Entonces, estas bacterias morirán si es que:
  1. No tienen máscara para ese gas.
  2. Les lanzamos gas sin interrupciones, por varios días. Si interrumpimos antes del final la toma de antibióticos, les estaremos dando tiempo a las bacterias para que fortalezcan su resistencia y además se reproduzcan.

El punto 2 es súper importante porque corremos el riesgo de crear un nuevo ejército de bacterias, más fuerte que el anterior. Si se toman sólo una pastilla de antibiótico, pensando que les quitará el dolor de cabeza como una aspirina, lo que conseguirán es fortalecer a un gran número de bacterias. Recuerden que los antibióticos no alivian los síntomas de la gripe, ni quitan el dolor de cabeza, sólo matan bacterias.

Decidir usar o no usar antibióticos es difícil.  No crean que el trabajo del doc es tan simple. Tengan presente que en nuestro cuerpo viven muchas "bacterias buenas". Necesitamos esas bacterias buenas y son incluso más que las células propias de nuestro cuerpo. ¿Y qué creen? Sí. Los antibióticos también las matan. Por eso que el doc también nos receta probióticos específicos junto con los antibióticos. 

Para los que no no lo habían asociado, ahí va de nuevo: PRO-bióticos y ANTI-bióticos.
Otro día hablemos de probióticos ¿Vale?

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miércoles, 9 de septiembre de 2015

Tenemos el presidente que nos merecemos


Lamentablemente la elección de presidente recae en gente que no sabe cómo funcionan las cosas a ese nivel. Muchos terminan votando por el partido, por el nombre bonito, o por la foto que inspira confianza, pero sin saber qué tipo de persona es la que recibe el voto.

Hoy, en Chile, la presidenta es Michelle Bachelet. En mi opinión personal, una pésima presidenta. En la opinión general que veo en las redes sociales, también.

¿Entonces qué pasó? ¿Cómo llegó a ser presidenta (de nuevo) si hay tanta gente que no la quiere?



Mea culpa. Aprendamos a decir eso. Mea culpa: La mayoría de los ciudadanos NO fue a votar el día de las elecciones presidenciales. Al parecer la mayoría de los votantes eran una masa que se dejó llevar por la publicidad de "sacar a la derecha del gobierno" y eso implica votar por la centro-izquierda.

Por favor, para las próximas elecciones, VAYAN A VOTAR! 

Si se arregla el pelo significa que...


Recuerdo que desde antes de la adolescencia ya me interesaba poder detectar cuando le he gustado a una mujer. Así de simple y así de complejo.

¿Para qué? ¡Uf! No creo que haya alguien que se haga esa pregunta, pero es entretenido pensar qué podríamos hacer con esa información: conseguir un descuento, que te den una reunión con el gerente, saber quién te atenderá mejor o más rápido, conseguir información, o simplemente lo que le parte la cabeza a los adolescentes: saber si le gustan a la chica de la que están perdidamente enamorados.  ¡Por favor, a quién no le pasó eso en el colegio!

Descarté casi desde el principio las metodologías de ciencia ficción y magia, y con el paso de los años entendí que la clave del asunto está en la psicología y el lenguaje corporal. Pero aún así era muy difícil, tanto que recuerdo haber buscado en Google "cómo entender a las mujeres" hace sólo un par de años. Los resultados para mí no fueron muy contundentes. Me adentraba en un mundo complejo para el que no tengo mucha habilidad.

Pero... ¿Qué tal al revés? O sea, yo soy hombre, entiendo perfectamente el lenguaje verbal y corporal de otro hombre. ....Así que sí. Voy a revelar secretos de mi género que ahora las mujeres podrán usar en su beneficio (¿Y en nuestra contra? Espero que no).

Queridas amigas ¿Quieren saber con seguridad cuándo un hombre las encontró bonitas, o directamente si le gustaron?


Es súper simple: Se arreglará el pelo con la mano.



Imaginen que caminan por la vereda y se cruzan con un hombre. Se miran a los ojos sin detenerse y siguen su camino. Si él se lleva la mano al pelo antes de 3 segundos luego del cruce de miradas, chicas, "pincharon"!

¿Cuál es la psicología detrás de esto? Los hombres habitualmente tenemos sólo uno o dos elementos que nos hacen pensar que nos vemos bien, elementos que manejamos para alimentar un poco nuestro ego o nuestra vanidad. Llamémoslos "elementos de vanidad". Lo más fácil es el cabello, pero también podría ser la chaqueta de cuero, la bufanda o un gorro. Comprenderán que estos elementos cambian de un día para otro y muchas veces los regalos de cumpleaños o navidad se convierten en elementos de vanidad por mucho tiempo.

Debemos saber identificar cuáles son esos elementos y entender el siguiente flujo:

Encontré bonita a una chica > Me importa que esa chica me encuentre atractivo > Recuerdo que debo verme atractivo, pero no sé si lo estoy > Arreglo mis elementos de vanidad para verme atractivo.

Ese proceso es inconsciente la mayoría de las veces, así como también es post-contacto, porque si desde antes sé que voy a cruzarme con una mujer bonita, voy preparado, arreglado y eso significa que no me verá arreglándome el pelo.

En fin, chicas, si creen que este post les sirvió, por favor agradézcanmelo ayudándome a entender lo mismo en el género femenino y déjenme sus experiencias en los comentarios.







viernes, 27 de marzo de 2015

Tienes un e-mail

Imagino que es difícil encontrar un blogger al que no le guste esta película.

No soy para nada fan de las películas románticas, tampoco me entusiasma encontrar amor en Internet, pero es esa manera de escribir tan "directo desde la mente hasta la pantalla". Esa manera de transmitir ideas ricas en contenido, con mucha precisión y pocas palabras.

Como es de esperar, encontramos también en la película un vocabulario amplio, con algunas palabras que la mitad de las personas no conoce. ¿Quién sabe lo que significa "prosaico" hoy en día?! Y de los que saben ¿Cuántos ocupan esa palabra? Aquí tocamos tangencialmente el problema de que los medios de comunicación no cumplen satisfactoriamente su deber cultural en la sociedad, pero esto es tema para otra publicación del blog.

A cualquiera que de verdad le guste escribir y/o leer le gustará esta película, que conjuga narrativa, humor, romance y una pequeña lección de hacia dónde estamos evolucionando, como sociedad, en materia de cultura.

lunes, 26 de enero de 2015

El mundo bajo los espejos

Te decides a emprender el viaje y de golpe el frío envuelve cada centímetro de tu piel. Por muy preparado que estés, son dos segundos de terror, pero que pasan. Luego, ese frío te abraza, se ajusta a la temperatura de tu cuerpo y se convierte en una nueva capa de piel que te protege.

Te das cuenta de que caminar es inútil. No sólo no se puede, sino que no es necesario, pues flotas, casi vuelas. Ponerte de cabeza es tan sencillo como pensarlo. Vas de un lugar a otro como un ave, eso sí que... lento. Está prohibido moverte rápido. Pero sólo tú. Los de allá se mueven como un rayo.

Las reglas en ese lugar son otras, muy diferentes a las que estamos acostumbrados. Y las respetarás aunque intentes no hacerlo, porque así es ese mundo:
  • Casi no hay sonido y, con seguridad casi todo lo que escuches será el ruido que tú mismo haces como invasor en un lugar al que no perteneces. Además, si llegas a escuchar algo, no sabrás de dónde viene. Ahí el sonido viene de ninguna y de todas partes al mismo tiempo.
  • A pesar de que en algunos lugares se ve muy bien, hay menos luz que la que tenemos acá y además es... como diferente. La luz es diferente. Sí, hay sol, pero... te topas con el efecto Tyndall al dar la vuelta, en cada vuelta, a mitad de camino, a tus lados, adelante, atrás. No necesitas esperar la puesta de sol para ver esos hermosos rayos que atraviesan el paisaje. En algunos espacios hay tan poca luz que se pierden los colores. Primero el amarillo, luego el rojo, el verde, y finalmente el azul. En primavera el problema es serio, porque además hay tantas partículas en suspensión que no ves a más de 10 metros. A veces menos.
  • Las cosas no "caen por su propio peso". Las piedras sí, pero muchas cosas son atraídas hacia los espejos. Otras se quedan ahí, donde las dejaste y pueden tardar mucho en llegar hacia donde son (lentamente) atraídas. 
  • No puedes quedarte. He sabido de algunos valientes que han pasado allá un par de horas, pero lo normal es que sea un viaje de unos 45 minutos. No partes con los minutos "contados" con exactitud, es raro, pero puedes estar ahí más o menos tiempo dependiendo de los lugares que visites. Es así nada más, yo no puse las reglas.
  • Cuando inicias el camino de regreso, debe ser lento. La restricción de moverte lento, no aplica para el regreso. Pero es un engaño, una burla de ese mundo a la agitación e impaciencia con que vivimos día a día en el nuestro. Hace años algunas personas descubrieron que si regresas rápido, en cuestión de horas morirás en tu mundo. Gracias a ellos hoy sabemos que el regreso debe ser un lento ritual sagrado.
  • No puedes traer ningún ser vivo de regreso contigo. Ni plantas, ni animales. Morirían.
  • No debes molestar a los de allá. No es que no se pueda, pero te arriesgas a que alguno de los fuertes te recuerde que eres un visitante no invitado y que ellos son dueños de casa. Y, créeme, no quieres medir tu fuerza con un rival cuando sabes que eres por mucho el más lento y torpe del lugar.
A veces da un poco de susto. No hay sonido. No es que no puedas escuchar, es que simplemente hay un silencio sepulcral. Hay poca luz, sientes frío en el rostro y las manos. Te mueves más lento que cualquiera ahí y de repente te sientes indefenso o, más bien, te encuentras a ti mismo indefenso en un mundo ajeno. Pero nunca me ha pasado nada. Si sigues las reglas, estará todo bien.

Mi primer viaje fue maravilloso. Aparecí en medio de un bosque de sauces. El suelo era muy claro, café claro, casi blanco. Y los sauces eran de un tono café oscuro, pero las ramas colgaban hacia arriba, como tratando de alcanzar los espejos, y bailaban muy lento una danza extraña con una sincronía perfecta. Todas las ramas hacia la derecha, uno, dos segundos y luego todas las ramas hacia la izquierda. En cámara lenta.

Otra vez aparecí rodeado de unas rocas rojas que... tenían antenitas por todo el borde. Me costó entender qué pasaba porque se escondían las antenas si yo me acercaba. Eran unos pequeños animalitos que vivían entremedio y debajo de esas rocas. Muy tímidos, pero igualmente curiosos.

Cuando tu tiempo en ese lugar está por llegar a su fin, recuerdas de dónde vienes deseando quedarte donde estás, pero sabes que tienes los minutos contados y si sigues ahí morirás. En menos de un segundo se te viene a la mente que debes volver a atravesar los espejos anhelando regresar en alguna otra oportunidad al mundo donde flotas. ¡Los espejos!  Recuerdas que existen. Miras hacia arriba, hacia los espejos del cielo, y ya no son espejos, o tal vez son como los anteojos polarizados: por un lado son espejos y por el otro son como cristales de colores. Ves arriba un vitral hermoso y armónico entre celeste, índigo y transparente. Trozos de cristal individuales, unidos formando una malla infinita que se mueve para jugar con la luz e hipnotizarte con su belleza y piensas por qué no miraste antes hacia arriba.

Tu compañero te vuelve a hacer la señal de que deben volver. Quieres decirle que no y sabes que él tampoco quiere regresar. Pero si no respetas la regla del tiempo puedes morir. Das la señal de aprobación e inician el vuelo de regreso. 

A medida que subes hacia los espejos te hacen cosquillas las burbujas de los que vuelan debajo tuyo y le haces la misma travesura a los que están más arriba. Finalmente tu cabeza atraviesa el manto de espejos y reconoces, con tranquilidad en el corazón, el mundo que te vio nacer.

Con la mitad del cuerpo en el mundo de arriba y la otra mitad en el mundo de abajo, te sacas el equipo que te permitió vivir bajo los espejos y se lo pasas al capitán de la embarcación. Él pacientemente esperó todo ese tiempo a que los viajeros terminaran su jornada. Sin él no hubiera habido viaje.

Subes al bote y ayudas a los compañeros que vienen recién llegando. Ves caras de felicidad y satisfacción. Todos mojados hasta el último centímetro de nuestros cuerpos y con gusto a sal en la boca. Conversas fascinado con los demás sobre las cosas que encontraron, bebes un poco de agua sin sal mientras que el sol y el viento en el rostro te dan la bienvenida a la realidad.