martes, 22 de octubre de 2013

EPDLA 1: Gordolina y los Cupcakes

El Pueblo de los Animalitos
Cuentos para niños

Cuento 1:  Gordolina y los Cupcakes

El Señor Drilo era un cocodrilo de lo más simpático que atendía la pastelería del pueblo. Preparaba cosas riquísimas con ingredientes sabrosos y coloridos. Ocupaba un sombrero de chef blanco con verde que le combinaba con su piel de cocodrilo y resaltaba su sonrisa.

Una mañana sonó su teléfono. Era la Señora Hipocondria, la hipopótamo. Estaba en su oficina al otro lado de la plaza y necesitaba una bandeja con nada menos que 60 cupcakes para la inauguración especial de la nueva campaña publicitaria de su oficina.

Los cupcakes debían ser de muchos colores. Algunos con frutillas encima, otros con moras, con frambuesas, con arándanos, y otros con trocitos de chocolate. Al Sr. Drilo le brillaban los ojos de alegría, pues preparar cosas ricas lo hacía muy feliz. Se puso manos a la obra de inmediato y Ali, su señora, también le ayudó.

Al medio día ya tenía una bandeja lista con los 60 cupcakes. Se veían deliciosos, así que el Señor Drilo decidió llevarlos caminando, de modo que todos en el pueblo vieran los coloridos cupcakes.

Miró a ambos lados antes de cruzar la calle y caminó por la plaza. Era una plaza muy linda y tranquila. Tenía juegos para los niños: columpios, resbalines, balancines y tubos de colores donde los pequeños animalitos entraban por un lado y salían por el otro. También había árboles altos que daban sombra y bancas donde las mamás podían sentarse a mirar a sus hijos.

En una de esas bancas estaba Gordolina, la chanchita mamá de Gordon y Gladys, dos chanchitos chicos y juguetones. A Gordolina, por supuesto, le encantaban las cosas dulces y era fanática de la pastelería, especialmente de las tortas de manjar. Cuando vio caminando al Sr. Drilo con esa maravillosa bandeja de cupcakes abrió unos ojos tremendos y una boca gigante. No podía creerlo. ¡Qué cosa más rica! ¡Fascinación máxima!

Se levantó de inmediato y salió corriendo hacia el Sr. Drilo. Él, cuando la vio, pensó "¡Oh, no, aquí viene Gordolina! Pero estos cupcakes no son para ella ¡¿Qué hago?!". No sabía hacia dónde ir. Se le venía Gordolina como loca y quién sabe si iba a tratar de comerse los cupcakes de la Sra. Hipocondria.

Ella se detuvo frente a él con una sonrisa de fascinación y apuntó con su patita los cupcakes hablando muy muy rápido con voz aguda - "¡Oh, Señor Drilo, qué cupcakes más lindos! Deben estar deliciosos ¿Cierto que sí? Usted siempre hace cosas muy ricas. Ricas ricas ricas. Y a mí me encantan los cupcakes. Pero mire esa cremita deliciosa. ¡Y tienen frutillas, moras, frambuesas, arándanos y chocolatitos! ¡Oh, qué rico! ¡Me desmayo de la emoción, Señor Drilo! ¿Puedo probar uno? Sólo una puntita. Un pedacito de cremita. ¿Señor Drilo, cierto que sí? ¿Cierto que sí? ¿Cierto que sí? ¿Cierto que sí?!".

Demasiadas palabras y demasiado rápido. El Señor Drilo se puso nervioso y al ver que ella acercaba su patita a los cupcakes, dio un paso atrás. Pero se tropezó con una piedra. La bandeja de cupcakes salió volando hacia arriba. Todos los niños de la plaza miraron sorprendidos cómo subían los 60 cupcakes y luego caían, justo justo justo encima de Gordolina.

Quedó de piés a cabeza bañada en crema, frutillas, moras, frambuesas, arándanos y chocolate. El Señor Drilo en el suelo se reía, igual que los niños. Pero la Señora Gordolina era la más feliz de todos. Se pasaba la lengua al rededor de la boca tratando de alcanzar la crema. Se sacó la crema y un par de frutillas que le tapaban los ojos y se las comió. Se pasó la lengua por el brazo para comerse los trocitos de chocolate. ¡Estaba feliz! ¡Feliz como una lombriz!

- "Señora Gordolina", dijo el Sr. Drilo. - "Mejor vaya a su casa a ducharse. ¡Quedó llena de crema!".
- "Oy, sí, sí. Voy, pero tengo que comerme todo esto. Señor Drilo, sus cupcakes son lo más rico del planeta. Casi casi tan ricos como la torta de manjar. Se los voy a pagar todititos porque me los voy a comer todititos".

El Señor Drilo regresó caminando rápido a su pastelería para preparar de nuevo los cupcakes para la Sra. Hipocondria. Se reía y pensaba "Esta Señora Gordolina es muy divertida, pero es un peligro si me ve con pasteles en la calle, ja ja ja. Creo que mejor le llevo en auto los nuevos cupcakes a la Sra. Hipocondria". 


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