Félix Rubén García Sarmiento nació en 1867, en Nicaragua, y es considerado uno de los más altos exponentes del Modernismo literario de nuestra lengua.
Si bien su apellido en los registros del gobierno y la iglesia siempre fue "García", firmaba con el apellido "Darío", puesto que su tatarabuelo, de nombre "Darío", era tan conocido y querido en su pueblo que toda la gente llamaba a la familia "los Daríos". Esto tuvo un efecto patronímico en su descendencia hasta que adoptó carácter legal.
Su gusto por las letras lo acompañó desde muy pequeño, llevándolo a publicar obras desde los 13 años de edad, con lo que ganó renombre como "poeta niño".
El resto de su vida tiene muchos pasos por diferentes países, pero no quiero mencionar nada más de esto y me salto directamente a lo que me tiene escribiendo en este segundo.
En el año 1908, Rubén Darío fue invitado a a la casa de veraneo de la familia Debayle, en la Isla del Cardón, Nicaragua. Esta familia de origen francés era una de las más poderosas a nivel político en Nicaragua. En esa época el gobierno del país estaba en esta familia.
Fue ahí donde, sentado sobre una roca en la playa, escribió una magnífica obra a una pequeñita de tan sólo 8 años de edad llamada Margarita. Margarita Debayle.
Margarita Debayle tuvo la vida que tendría cualquier persona cuya familia está íntimamente ligada a la política en un país donde la democracia no es tan pura como los griegos hubieran querido. Viajó mucho, estudió en Europa, regresó a Nicaragua, se casó con alguien de familia política, fueron desterrados con el cambio de gobierno, hubo muertes "políticas" en su familia, etc.
Me sorprendí muchísimo al saber que murió a los 83 años, en 1983, cuando "yo ya existía". La niña que voló para tomar una estrella, no era tan antigua como yo pensaba, y alcanzamos a vivir juntos, por 5 años, en el mismo planeta.
Retomando el tema de Rubén Darío, al investigar las últimas décadas de su vida lamenté notar la estrecha relación que hay entre muchos escritores famosos y la política. Especialmente la política turbulenta. Por una parte "me da lata", y por otra... la verdad es que no me afecta en la medida que sus obras literarias no se carguen hacia la política.
La muerte de Rubén Darío es interesante y casi "romántica", si se le puede asignar tal adjetivo a algo como la muerte. Escribió su autobiografía en 1912, presentando los primeros indicios de su obsesión con la muerte (trató de suicidarse dos años antes). Golpeado y cansado por un alcoholismo avanzado, regresó a Nicaragua en 1916, a la ciudad de su infancia donde murió menos de un mes después de llegar... Casi como si hubiera querido regresar ahí para morir tranquilo.
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